La exposición de las vidas paralelas de los hermanos Bécquer se puede visitar hasta el 29 de octubre

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La Diputación de Ávila y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (ILCyL) promueven este montaje expositivo integrado por los textos del escritor soriano José María Martínez Laseca y las ilustraciones de Ignacio del Río Chicote. La muestra se puede visitar hasta el 29 de octubre y ha quedado inaugurada ayer por el diputado de Cultura, Eduardo Duque, y el técnico del ILCyL, Jesús Bustamante.


La Diputación de Ávila y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua promueven en el claustro del Torreón de los Guzmanes la exposición Aleluyas de Gustavo Adolfo Bécquer 1836-1870, integrada por los textos realizados por el profesor y escritor soriano José María Martínez Laseca, comisario de la exposición, y las ilustraciones creadas por el artista palentino Ignacio del Río Chicote. Este proyecto expositivo permanecerá abierto al público en este espacio público hasta el próximo 29 de octubre.


La exposición está compuesta por 36 láminas con las que se rinde homenaje a Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer, coincidiendo con la reciente conmemoración, el pasado 2020, del 150 aniversario del fallecimiento, casi simultáneo, de ambos hermanos. Se trata de una iniciativa artística que refleja la historia de dos vidas -la del escritor y periodista y la del artista- que discurren en buena medida paralelas. Imágenes y textos que se complementan y permiten situar la historia personal de ambos creadores en su contexto histórico.


Un recorrido por los capítulos más representativos de las vidas de ambos hermanos, entrecruzadas desde su nacimiento, la influencia familiar, la convulsa época histórica que les toca vivir a ambos, los primeros escritos en prosa y verso de Gustavo Adolfo, su estancia en Madrid, sus primeros trabajos, el matrimonio y la separación de Gustavo… Un singular viaje artístico que acerca la historia compartida por el poeta y el artista. Algunas de las imágenes recogidas en esta selección de láminas ofrecen reminiscencias de la pintura, de las biografías gráficas, del cómic, de la publicidad, de la fotografía y del cine (encuadres, planos medios, picados, contrapicados y doble pantalla para sumar historias). En otras ocasiones, las ilustraciones obedecen a una estética que mezcla la línea, el volumen y las texturas.


Las primeras diez aleluyas presentan una estética esquemática y simple, algo naif, que corresponden al nacimiento e infancia de Bécquer, como si los recuerdos de esa época no poseyeran contornos delineados y reales. Las siguientes –ocho y nueve- van introduciendo el volumen, el costumbrismo y el realismo; se trata de aleluyas más veraces, no tan esquemáticas como las anteriores. La número diez constituye un dibujo documental y costumbrista, con las características del romanticismo; fantasía, libertad creativa y estilización, que se nota posteriormente en la aleluya número doce, que recrea cuando G.A. Bécquer se traslada a Madrid.


La estética de las siguientes combina el volumen, las texturas y el lápiz para alejar los planos –como en la imagen 31- con la idea de dotarlas de veracidad y contexto; se aprecia costumbrismo, romanticismo y fantasmagoría, rasgos afines al Bécquer de las Rimas y Leyendas. Otras aleluyas se caracterizan por presentar cierto grado de surrealismo y en otra de las ilustraciones el artista ha recurrido a un plano general del estudio del pintor con los objetos de su oficio, recreando así la soledad que caracteriza un espacio deshabitado. La imagen en primer plano de Valeriano Bécquer nos recuerda su muerte. Un expresionismo primitivo da pie a cerrar la serie con la aleluya que recuerda la muerte de Gustavo Adolfo Bécquer.


José María Martínez Laseca subraya en el catálogo el carácter romántico que impulsa a Bécquer y el sentimiento de frustración que le invade porque el ideal político, vital y amoroso que persigue choca con la ‘desagradable realidad’. ”Por esto, busca refugio en su mundo interior y se evade hacia el pasado o a lugares exóticos, retrotrayéndose en el tiempo hasta la Edad Media”, apunta el comisario de la muestra, que destaca que el estilo de la prosa de Bécquer resulta igual de revolucionario que el de su lírica.       

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